Una mirada apremiante por beber de sus labios, rozando su mejilla con la nariz afilada, en cada pestañeo acariciándole los pómulos. Los labios frescos y húmedos fundidos en un juego exquisito; estrechando cada vez más el cuerpo contra la pared. Las manos recorriendo cálidamente la cintura, acentuada por los pantalones ajustados. Desliza la lengua por el cuello lentamente hasta llegar a la oreja aterciopelada, rojiza luego de un mordisco sutil.
-Después de descubrir mi instinto vouyerista, seguí caminando por el anden. Ellas me miraron un tanto provocativas.
El metro se detuvo abruptamente. Apenas abordé, esperé se cerraran las puertas y solo a través del cristal pude avistarlas hasta perderlas en la oscuridad del túnel.