viernes, abril 09, 2010

Luz

Hoy, como en otros momentos de tu ausencia, visité el lugar de los sueños. Apenas podía escuchar a quienes permanecían en esta realidad mientras mi cuerpo se desprendía. Todo era perfecto, ni siquiera un rayo de luz advierte defecto alguno. Él, con tal majestuosidad me entregó la llave principal, ligera para su tamaño; intenté en dos ocasiones entrar pero la cerradura estaba atascada. Entonces, él me arrebató la llave, con tal indiferencia dio la media vuelta y emprendió la retirada.
No tuve miedo; lejanamente distinguía la voz imperativa de una mujer diminuta, imágenes difusas en los escasos recuerdos.
Un par de placas heladas en mi pecho y mi propio alarido apaciguó a la mujer. No puedo determinar cuánto tiempo pasó. Mis manos se aferraron cada instante, aún siento dolor en el pecho, no puedo abrir los ojos pero puedo escucharlos, algunos de ellos se preguntan que falló y otros simplemente se retiran del lugar, indiferentes como con otros tantos.
En los últimos instantes, perdura la imagen de aquella mujer desconocida y un tanto inquietante.
Ésta vez temo que la llave es la correcta.

Para ti, Luz Elena

2 comentarios:

El Ratón dijo...

Hola nenis: un corazón muy fuerte para soportar las pérdidas constantes... por ello mucha admiración! Te quiero mucho! B

josé manuel ortiz soto dijo...

Diana, no había leído con detenimiento este texto -quizá no había llegado hasta acá- pero es de una belleza y una sensibilidad entrañables.
No miento al reiterar que me gusta lo que escribes.

Un abrazo y un beso.