sábado, octubre 09, 2010

Sin título

Una ráfaga de viento sacudió las cortinas, pero no le di importancia y continué leyendo en el monitor de la computadora. Retomaba el hilo de la historia cuando unas manos, suaves y deliciosas, comenzaron a reptar por mi espalda hasta alcanzar mis pechos. Cerré los ojos y me dejé llevar por ellas, que ansiosas avanzaban hacia la humedad de mi sexo…
Cuando el timbre del teléfono sonó, dijiste: “Hola, soy Manuel. ¿Cómo estás?”

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